Empezando por lo menos grave...

Comenzamos con la que sería la menos grave de las cuestiones, pero suficiente para sustituirlas en muchos casos: estas lámparas no cumplen su función en los lugares de paso, o en los que permanecemos poco tiempo. ¿Por qué?

Poca duración: debido a su construcción (no son sino fluorescentes de reducido tamaño), se "funden" rapidamente cuando las colocamos en baños, pasillos, escaleras... porque se encienden y apagan muchas veces al día.

Insuficiente iluminación: antes de que alcancen su nivel normal, ya hemos abandonado la zona. Y esto no es simplemente un engorro, es un incremento real del peligro de caida y otros accidentes para muchas personas (especialmente personas mayores), al subir escaleras, atravesar pasillos, acceder a zonas donde se ha depositado un objeto en el suelo que habitualmente no está, etc.

En caso de rotura.

No es difícil que una bombilla se rompa. Un niño puede cogerla de un cajón, pegarle con una pelota o juguete... Muchas otras circunstancias pueden hacer que un adulto las rompa. Pero, ¿esto puede producir una situación especialmente peligrosa?

Podemos deducir que sí, si tenemos en cuenta las instrucciones que la Agencia de Medio Ambiente de los EEUU da sobre la eliminación de bombillas de bajo consumo rotas. Puede contemplar este vídeo confeccionado siguiendo dichas instrucciones.

No deben respirarse los gases que expulsan estas bombillas al romperse, especialmente si estaban en funcionamiento: contienen mercurio y pueden permanecer largo tiempo en el lugar si no se limpia y ventila adecuadamente.

Atención especial a los niños: ellos no sabrán qué se debe hacer tras la rotura, y además pueden cortarse, llevase fragmentos a la boca, etc.

Otros problemas de salud.

Tendrían su origen en las siguientes causas:

• Parpadeo (aunque no nos demos cuenta de ello).
• Emisiones electromagnéticas.
• Generación de "electricidad sucia".
• Emisión de radiación Ultra Violeta.
• Baja calidad de la luz producida.

Que pueden dar lugar o empeorar, los siguientes trastornos:

• Cefaleas y migrañas.
• Problemas de piel, en personas sensibles.
• Problemas de vista.
• Etc.

Ecología.

Las lámparas de bajo consumo contienen mercurio. Este es un componente tan peligroso que está prohibido su uso en toda la industria, excepto, incomprensiblemente, en la iluminación.

Hemos esparcido tanto mercurio en la naturaleza que algunas autoridades sanitarias desaconsejan el consumo continuado de ciertos pescados que lo adquieren en su alimentación. Del pescado pasa a nuestro organismo pudiendo causar graves enfermedades.

Así que es importantísimo que llevemos siempre a un punto de recogida selectiva las bombillas de bajo consumo que ya no vayamos a utilizar. También podemos reciclarlas a través de contenedores especializados dispuestos a tal fin en grandes supermercados, tiendas de electricidad, tiendas de bricolaje, etc. Nunca debemos tirarlas al contenedor de reciclaje, ni a la basura normal.

Según ambilamp el mercurio presente en los residuos de iluminación de, solamente, el año 2007, son suficientes para contaminar todo el agua potable de España.

¿Por qué conservarlas?

No tiene sentido tener bombillas que no cumplen con su función (encendido lento), o que pueden ponernos en peligro; sobre todo si tenemos alternativas sin esos inconvenientes.

• Si no quiere invertir mucho dinero: cambielas por bombillas halógenas.
• Si prefiere el ahorro en el consumo: sustitúyalas por bombillas LED. Existen también para sustituir los tubos fluorescentes "de toda la vida".
  Los LED consumen un 90 por ciento menos que las bombillas incandescentes, encienden inmediatamente, se calientan poco, no se estropean como las LCD. Pero hay que elegirlos de calidad, y aún pueden resultar un poco caros para algunos bolsillos.